Anorexia: el lenguaje del desafío

¿Qué dice la anorexia?

Por Rafael Matas

Éste es el principal interrogante que deberíamos plantearnos como clínicos cuando tenemos en la consulta a muchas mujeres que empiezan a comer cada vez menos, hasta acabar deteriorándose física y psicológicamente.

Ante esta demanda creciente, la psicología y la medicina suelen respondar quizás como una autodefensa frente a la impotencia  terapéutica, con un amplio despliegue de datos de la psicopatología, de las manifestaciones clínicas y la evolución de la anorexia como "enfermedad".

Desde esta perspectiva, la condición de enferma, paradójicamente, pone en marcha un engranaje discursivo en la red social y asistencial que termina teniendo a estas mujeres cautivas en una identidad de "anoréxicas", diluyendo su capacidad y su potencialidad de asumir responsabilidad por sus actos y de constituirse en sí mismas socialmente como agentes de sus propias vidas.

Esta conceptualización del problema de la anorexia, está acarreando desastrosas consecuencias que se hacen evidentes en los fracasos terapéuticos; y es que, si no empezamos a poner la mirada del problema en su totalidad, en el contexto en el que aparece y se mantiene, va a resultar muy difícil construir alternativas de cambio y éxito en el tratamiento de los distintos casos.

Antes de seguir adelante, conviene señalar que hablar de anorexia como lugar común englobando el conjunto de trastornos de la alimentación, es un modo de confundir y pensar el problema y las soluciones de un modo confuso.

En su sentido etimológico, anorexia quiere decir "falta de hambre", aunque lo cierto es que, al menos en un principio, la persona con anorexia sí tiene hambre. Una típica descripción, que puede hacerses de su situación indica cómo hace un gran esfuerzo por dejar de comer".

En algunos casos, el síntoma anoréxico es el equivalente de un rechazo radical: de la comida, del cuerpo, de sí mismo, del "otro", como un modo de permanecer estáticas, en una actitud que atenta contra la misma naturaleza, lo que equivale a la autodestrucción. Desde esta posición la anoréxica rechaza doblegarse a las exigencias de un entramado social que acarrea su aniquilación como persona, al igual que su cuerpo rechaza la ingestión de comida. En definitiva, es en esta posición donde la salud está gravemente amenazada.

Aunque la anorexia, es fundamentalmente un cuadro que afecta a la población femenina, sin embargo, casi un 5% de los pacientes son varones. El anoréxico presenta, al igual que en el caso de las chicas, una especie de rechazo a encarnar la imagen tradicional del varón fuerte y musculoso impuesta por la sociedad. Por el contrario, estos chicos persiguen una imagen de delgadez fina y delicada. El anoréxico vive exclusivamente pendiente de su físico y de su peso, las restantes cuestiones pasan a ser secundarias, provocando un deterioro de su salud y de su vida social.

En un mundo donde no hay lugar para otra cosa que no sea un cuerpo perfecto, muchas personas se sienten a sí mismo despreciables. Todas las comparaciones se transforman en una mortificación, conformando un autoconcepto, y una autoestima muy deteriorados. En definitiva, desde esta posición, la anoréxica (como ya se ha mencionado, la gran mayoría son mujeres) buscaría con su actitud, una especie de autodefinición, construir un modo de verse a sí misma distinta que autoafirme su propia existencia individual.

Para estas mujeres, lo importante, en el fondo, no es estar delgadas, sino llegar a ser ellas mismas. Lo que habría que procurar es que, para ello, no tuvieran que pagar un precio tan alto.

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